miércoles, 25 de mayo de 2011

CAPÍTULO 11: ENCUENTRO CON EL LOBO

El instituto quedaba cerrado momentáneamente para reparar todos los destrozos de ese combate. Contaban con dos semanas para arreglarlo.
Durante esas dos semanas, Diego y sus amigos se dedicaron a buscar a Zongo'o, para averiguar más detalles. sobre la invasión.
Las clases se habían suspendido hasta terminar las reparaciones. Diego aprovechaba cada rato libre para prepararse  en caso de que la invasión ocurriera antes de tiempo.

Diego caminaba solo por la calle Mª Auxiliadora. Había quedado con el resto de sus amigos en Plaza del Duque. Todavía era mediodía. Cuando llegó a esa red de calles que hay en el centro, reparó en una sombra escurridiza que iba de un lado a otro.
-¿Será un demonio? - preguntó Diego.
-Averiguemóslo - dijo Gineon.
Llegaron donde estaba esa sombra. Se movía, pero no para atacarles. La sombra se materializó y se convirtió en un lobo. Su pelaje era blanco como la nieve, con el lomo de color azul. Le hacía señales a Diego.
-Creo que quiere que lo sigamos - puntualizó Gineon - Aunque será mejor tener cuidado.
-No averiguaremos nada si seguimos aquí parados. No sabemos si tiene que ver, o no, con la invasión. Pero será mejor comprobarlo ahora mismo.
El lobo comenzó a caminar. Diego le seguía.
-¿Adónde nos llevará? - preguntó Gineon.
-¿Me lo preguntas a mí? - contestó Diego.
Siguieron adelante. De pronto, Diego se dio cuenta de que estaba en una zona del centro desconocida para él. Se dio la vuelta y para su sorpresa, detrás suya habían árboles. Un bosque amplio se extendía a sus espaldas. No había ni rastro de las calles por las que había pasado anteriormente.
-¿Dónde estamos? - preguntó Diego.
-Ni idea - contestó Gineon con expresión de asombro.
Legaron a un claro del bosque. Les costó llegar debido a que era una cuesta. Una vez que se pararon, Diego alzó la vista y se dio cuenta de que el bosque estaba en una montaña. Y los árboles tenían la punta blanca. Montaña arriba los árboles se tornaban blancos. Era nieve. Diego se quedó un buen rato contemplando el paisaje, desconocido para él. Nunca había estado cerca de una cantidad significativa de nieve. Solo en Sevilla, en invierno de 2010, vio un poco, pero eran minucias; no llegó a acumularse nada.
El lobo hizo una señal y siguieron adelante. Diego seguía al lobo y se pararon cada cierto tiempo para admirar el paisaje. Estaban llegando a una parte de la montaña donde prácticamente todo era blanco.
-Me alegra a este lobo. Por fin veo la nieve - comentó Diego.
-Lo mismo digo - añadió Gineon.
-¿En el Reino Espiritual no nieva?
-Siempre hace un tiempo ideal, pero estas son cosas que no se ven allí.
-Pues nada. Por fin tenemos la oportunidad de contemplar semejante paisaje
-Me gusta este sitio.
Se quedaron de pie. El viento les molestaba, pero a Diego y Gineon les daba igual. Solo estaban de pie mientras caían los copos de nieve. Diego extendió su mano para intentar coger algunos copos, pero a los pocos minutos la apartó porque se estaba congelando. Gineon comenzó a reírse.
De pronto se le vino a Diego una imagen familiar. Se le vino a la cabeza la imagen de Sakura. Creía que estaba ahí, a su lado.
-''¡Qué bonito!'' - pensó Gineon.
-''Ojalá los demás pudieran ver esto''
-''En especial...''
-''En especial Sakura. Sí, me gustaría que... ¿pero qué estoy diciendo? Deja de hacerme decir esas cosas, Gineon.
-''Si tú lo dices...''
Diego sabía en realidad que no podía ocultarle nada a Gineon. Para qué esforzarse. Gineon sabía de sobra sus sentimientos hacia Sakura. Y que no era capaz de decirle nada. Se quedó un rato meditando sobre ese asunto.
-''De acuerdo'' - pensó Diego - ''Ella y yo hemos luchado ya varias veces juntos. Nos hemos ayudado mutuamente y...''
-'' ...y parece que ella también siente lo mismo por ti. Así que ¿de que tienes miedo?''
''Temo a su rechazo. Verás Gineon. Hace algunos años intenté hacer lo mismo con otra chica. Y pasó de mí. Desde entonces he tirado la toalla con respecto a este tema. Ese es mi gran temor.''
-''No te rindas. Ella siente lo mismo por ti. No irá del todo mal.''
-''Pero tampoco quiero hacerme demasiadas ilusiones. Es lo que te dije antes. Temo a que me doga que no. Creo que esta vez no lo soportaría y entraría en depresión.''
''¡Diego! ¡Arriba ese ánimo! ¡Ten confianza! ¿O es que la confianza que tienes cuando combatimos a los demonios no te vale para estas situaciones? Si te rechaza, ella se lo pierde. Aunque dudo que te rechace.
No serás el más guapo del mundo, pero tu corazón es de oro. ¡Venga! ¡Di que sí!''
-''Menos mal que te tengo a ti, amigo.
-''Para eso estoy. Somos amigos, ¿verdad? Piensa en positivo. Piensa es que irás, te plantarás delante de Sakura y le dirás lo que sientes por ella. No digo que sea fácil, pero para ti, que te has enfrentado a criaturas que la raza humana no debería conocer, debería ser sencillo."
-"Lo realizaré en cuanto pueda."
-"¡Sí señor! ¡Así se habla!"
Los dos se quedaron mirando el horizonte. La nieve seguía cayendo. Diego pensó que si estuviera, el paisaje sería idílico para una declaración. Lo extraño es que comenzó a oscurecer y se veían las estrellas, a pesar de la nieve. Las estrellas marcaban una especie de camino. Y su luz se posaba directamente sobre Diego y Gineon. Una pequeña brisa provocaba un susurro en los árboles. Parecía más bien un bosque encantado. Desprendía una especie de aura purificadora que producía una sensación de paz. La Luna se alzaba en el cielo, junto con las estrellas. Un espectáculo no artificial, sino natural. Las luces estelares, las distancias las formas, algún animalillo que pasaba por ahí. Nada parecía del mundo que Diego conocía. Gineon no tenía idea de donde se encontraban. Diego se preguntó si seguían en la Tierra, y el lobo movió la cabeza de arriba hacia abajo, asintiendo. El lobo se paró y aulló hacia la Luna; luego continuaron su camino.
Se estaban acercando a la cima e la montaña. Con dificultad terminaron de recorrer lo que les quedaba de trayecto, debido a la nieve acumulada. Solo el lobo avanzaba si dificultad. Siguieron montaña arriba y llegaron a lo que parecía una cueva. Y Diego reparó en lo que había allí.
-¿Quién es? - preguntó Diego.
-Ni idea. Pero al otro hay que destruirlo ya - respondió Gineon.
Delante de la cueva había alguien tirao en el suelo. Y una gárgola con expresión amenazante delante de él. Sin pararse a pensar, Diego inició el ataque.
-Ya es que aparecen hasta fuera de Sevilla. Esto es mareante. ¡RUPTURA DE TIERRA!
La gárgola voló unos metros hacia atrás a la vez que se abría una grieta en el suelo. La bestia alzó el vuelo e intentó embestir al chico.
-¡Demasiado fácil! ¡GRAN IMPACTO!
El ataque golpeó en la cabeza a la gárgola, y le partió un cuerno.
-¿Tan fácil es? - preguntó Gineon.
-Para una ez que lo tenemos en bandeja, no nos podemos quejar.
Pero no lo tenían en bandeja. Tres gárgolas más aparecieron a sus espaldas. Todas echaron a volar hacia Diego. Aguantó como pudo los embistes con su espada.
-¡No lo conseguiremos!
-¡No pierdas la esperanza! No nos podemos permitir el morir aquí. No con la invasión que se avecina.
-Y sobre todo...
-"Sobre tdo..."
-Debo seguir vivo para volver a verla.
-Venga. ¡Dales fuerte!
De pronto, el que se encontraba incosciente se levantó.
-¿Necesitas ayuda, forastero?
-No me vendría mal. Y tú eres...
-Nerayoury. Esas malditas gárgolas me atcaron por la esplada. Por eso me encontraste así.
-Me llamo Diego. Y este de aquí es Gineon.
-Un placer. ¿Acabamos con ellos?
El aspecto de Nerayoury era de un joven, de unos 15-16 añosy llevaba ropa hecha de piel de lobo. Sobresalían su fuerza y velocidad.
-¡PATADA ICEBERG! - exclamó Nerayoury. Su pierna izquierda se congeló y golperó a las gárgolas, una por una. Todas perdieron el quilibrio por el impacto y cayeron al suelo.
-"Que fuerza..." - pensó Gineon.
Entonces Diego comenzó a reunir la energía sagrada. Nerayoury advirtió el movimiento y dió un salto.
-¡LA TIERRA!
El poder del ataque terminó con las gárgolas.
-Acabamos... Bueno, ¿qué os trae por aquí?
-Legamos aquí siguiendo a un lobo, un lobo de pelaje blanco y azul y... Diego no acabó la frase. Se había dado cuenta de que el lobo había desaparecido.
-De cualquier manera, gracias por vuestra ayuda. Me gustaría devolveros el favor. Vosotros venís de una gran ciudad ¿no?
-Sí, y nos gustaría regresar. Se llama Sevilla.
-Casualidades de la vida. La puerta que hay en aquel árbol - dijo el chico- lobo señalando un árbol aparentemente normal - lleva a ese sitio.
-De acuerdo. Nos vamos. Espero que nos volvamos a encontrar, Nerayoury.
-Hasta otra.
Diego y Gineon fueron al árbol y se vieron de repente en Plaza Ponce de León, al lado de una parada de autobús.
-¿Qué? ¡Imposible! ¿Solo han pasado 5 minutos? - dijo Diego.
-Que raro... Bueno los demás nos están esperando.
-Tienes razón. Vámonos.
Al llegar a la Plaza del Duque, solo estaba Sakura, que esperaba de una maera impaciente.



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